
Premature baby sleep inside incubator
Por sorpresa nos traes alegrías y te rodeas de perlas.
Antes de lo esperado llegaste,
Cambios instantáneos, drásticos ajustes.
Te recibe la ansiedad de otros y las molestias que te ocasionan. De agradable penumbra, a punzante luz intensa,
De mimo del rebozo uterino que te arropa, al dolor intenso de la aguja, De encantador y suave entorno, a agudos fríos.
De líquido que te baña, a lágrimas de tu madre que humedecen tu piel, Del melodioso latir del corazón de tu madre, a hirientes ruidos,
Del oxígeno materno gratuito, al quemante ardor de máquinas de gases. De constante arrullo con tu madre, a dolorosa separación,
Del orgullo paterno, a su preocupación constante a tu lado.
Más valiente entre los pequeños,
Quiero que sepas que nunca te he curado, nunca te he sanado, nunca te he salvado.
Por cuatro décadas me has permitido acompañarte; yo soy el responsable de que sufras ayunos y pruebas de sangre, soy el que ordenó tubos y telas adhesivas, radiografías y medicinas. Perdóname por haberte causado malestares, dolores; no ha sido jamás mi propósito.
Mi intención ha sido el ofrecerte el único tratamiento que realmente necesitas, cada hora, cada día, cada semana; el tiempo que la Madre Naturaleza requiere para continuar su obra maestra y terminar forjando al representante de la humanidad entera, tú y todos y cada uno de los recién nacidos; los ricos y los pobres, los blancos y los morenos; nacidos de reyes o de campesinos; en castillo o en jacal.
Es mi deber decirte que eres el más afortunado, sea cual fuere tu futuro, ya que tienes el oro más bello, la dedicación y amor de tus padres; y debes saber que las lágrimas de tu madre, esas caricias liquidas, son las perlas que te acompañarán por siempre.
El más fuerte, el más pequeño.
Perdóname si alguna vez te he causado daño.
Texto escrito por Guillermo A. Gutiérrez Calleros. 12 Noviembre 2015