Ahora las clases son cuestión de fe
Cada clase era única
En estos días he vuelto a dar clase en el Master de Psico-Oncología de la Universidad Complutense de Madrid, asi como llevo haciendo los últimos 15 años desde la primera promoción.
Doy un par de clases al año de diferentes temas, así que ya estoy bastante familiarizada con el lugar, los alumnos, lo que aprenden, lo que esperan, sus motivaciones, siempre en general y siempre sorprendiéndome por los nuevos grupos y sus nuevas actitudes abiertas curiosas, atentas, críticas, llenas de compasión o de cuestionamiento…. según el punto en el que estén.
Y toda esta interacción me gusta, me motiva, me enriquece.
Unidad de Psico-oncología
El intercambio, el despertar el interés, el conseguir la confianza. Cada clase era única y cada momento muy diferente y siempre salía con sensaciones, con ganas de compartir con los organizadores del Master y con otros docentes la experiencia, incluso con muchas ganas de que llegara el día siguiente y al volver al hospital a encontrarme con los alumnos del master que hacían prácticas en la Unidad de Psico-oncología en la que yo trabajaba para compartir con ellos las impresiones.
Ya en los últimos años están impresiones también eran compartidas a veces en las redes sociales, compartiendo fotos e impresiones de las clases. Porque así me gusta dar las clases, construidas, como experiencias de enriquecimiento y crecimiento mutuo.
En febrero de este año, tenía que dar una clase junto con Almudena Narvaéz.
Me gusta mucho dar la clase con ella, hemos trabajado muchos años juntas y se nota nuestra compenetración, la compasión en la mirada hacia los casos, la lectura de las dinámicas del hospital, las anécdotas compartidas y creo que es una gran oportunidad para los alumnos vernos dar la clase juntas ya que también trasmitimos algo del espíritu de equipo que tan fundamental nos parece en nuestro trabajo.
Pues justo en febrero ella se encontraba mal y yo me resistía mucho a dar la clase sola, así que montamos todo un lio enorme para que ella pudiera estar presente en la clase, dando su parte desde casa. Fue toda una innovación, una novedad, algo raro que nadie había hecho hasta ahora. ¿Quién nos iba a decir que eso iba a ser lo normal a partir de entonces? O incluso peor que eso. Me acuerdo el informático tratando de conectar mi ordenador para que se pudiera ver en la pantalla de la clase.
Volvimos a la Universidad,
Pues ayer volvimos a la Universidad, a dar la clase juntas, esta vez podíamos ir las dos pero muchas cosas habían cambiado:
- El campus estaba extrañamente vacío; las únicas clases a las que acuden algunos alumnos es a las de cursos de postgrado, pero durante la semana no hay alumnos.
- ¿Qué es una universidad sin alumnos? En la clase solo había 7 alumnos.
- ¿Cómo pueden los alumnos compartir sus impresiones en clase si no hay grupo? Los alumnos tenían que estar separados entre ellos
- ¿Cómo van a hacer amigos de clase si no pueden preguntarse algo cuando se pierden o hay algo que les impresiona? Ni siquiera compartir un bolígrafo o un folio. Todos estábamos con mascarilla.
- ¿Cómo vamos a conocernos si no nos vemos la cara, las expresiones, las muecas? ¿No nos podremos reconocer después por la calle? ¿Como puedo saber si lo que compartimos les esta llegando?, no sé si sonríen, bostezan, comen algo, se muerden el labio…
Eché mucho de menos poder CONOCERLES con todos sus rasgos faciales expuestos, y eche de menos que me conocieran a mi.
No podemos confiar igual lo que nos cuenta alguien que va con la mitad de la cara tapada, algo queda oculto, no accesible.
Tampoco podemos establecer relación si no podemos acercarnos, jugar con nuestra proxémica, tener opción de saludar con contacto, dar la mano o un abrazo. Quizá este no sea el aspecto fundamental en una clase, pero también esta presente. La próxima clase que tengo que dar es de psicodrama y ya me dirás ¿como puedo hablar del psicodrama si no puedo hacer un doblaje, hacer contacto o tengo que mantener 1,5 metros de distancia?.
Pero ahora añadimos otra capa más
Y esto en lo que tiene que ver con los que estábamos en el aula, las 9 personas en un aula de 40. Pero ahora añadimos otra capa más…. A la clase estaban “asistiendo” otras 17 personas. Ohhh, que cosa tan interesante. Personas que eran capaces de vernos y oírnos a las docentes a través de una cámara y un micrófono y nosotras podíamos saber que estaban conectadas porque aparecían sus nombres y apellidos en una pantalla, pero nada más.
¿Cómo puedo saber quién esta al otro lado? No puedo verles. Tengo que “creer” que están del otro lado. Así que ahora las clases son cuestión de fe.
No se si las personas que están “asistiendo” a la clase son hombres o mujeres (podría saberlo por el listado, pero nunca me ha gustado mirar listas), altos o bajos, qué aspecto tienen, qué me trasmiten por la cara, tantas cosas…. No sé donde están, si en su ciudad es de día o de noche, si están solos o acompañados. Si lo que les voy a trasmitir les llega, les emociona, les suena coherente o raro…. No puedo saber si hay algo de lo que estoy compartiendo les esta movilizando y por lo tanto tampoco puedo cuidar mi discurso y al grupo. Porque parte de lo que hacemos como psicólogos es también estar atentos de las emociones que movilizamos cuando explicamos.
¿Qué vamos a trasmitir de nuestro trabajo como psicólogos si no lo estamos haciendo a la vez que lo explicamos?.
Se pueden usar muchas técnicas para poder conocer a las personas que están al otro lado pero no en una clase única, cuando solo te vas a relacionar con el grupo ese día unas horas.
Para esto prefiero mandar un texto escrito y ya conozco las limitaciones de ese medio.
Y lo peor es que durante la clase empiezas a relacionarte con este grupo que asiste pero que no esta presente y te encuentras diciendo “al aire”,
– ¿los de casa tenéis algún comentario?
Y de repente una voz sale de algún lado y dice: “Esa presentación no la tenemos”.
Y claro, ahí vuelves a caer en la cuenta de la cantidad de niveles que manejas; la información que llevas en la presentación, la que trasmites verbalmente, la que manejas de lo no verbal (un 80% de la relación), la que vas creando con el clima grupal… y otra vez caemos en el vacío….
¿CLIMA GRUPAL?, ¿qué es eso…? Y así podemos ver todo lo que ahora no tenemos: la cercanía, las miradas, el intercambio, el desayuno en la cafetería compartiendo, las preguntas después de clase cuando alguien se acerca a comentar algo personal, las bromas espontáneas, el jaleo de la gente que no se calla, las preguntas de unos y otros… ahora apenas hay preguntas o comentarios…
A cambio qué tenemos: posibilidad de entrar en contacto con personas que están lejos, posibilidad de asistir a clase sin salir de casa, posibilidad de intercambiar de forma más accesible….
No sé, de momento no me compensa… tendremos que seguir trabajando mucho para que seamos capaces de integrar todo este nuevo paradigma, acordándonos de que somos seres relaciónales con un cuerpo físico que se estremece con el contacto humano que llega al alma.
Tenemos un cuerpo físico que nos relaciona, que se ve y muchas otras dimensiones que no vemos.
Me parece que los siguientes cursos a los que me voy a apuntar son de “locutor de radio o televisión”, a ver si así me entreno más en entrar en contacto con un público al que no tengo delante.
De momento prefiero dar las clases virtuales 100% o presenciales 100%.
Si quieres ver los cursos que ahora ofrezco puedes ir a mi web: cursos.Fabiola908.es
¿CLIMA GRUPAL?, ¿qué es eso…? Y así podemos ver todo lo que ahora no tenemos: la cercanía, las miradas, el intercambio, el desayuno en la cafetería compartiendo, las preguntas después de clase cuando alguien se acerca a comentar algo personal, las bromas espontáneas, el jaleo de la gente que no se calla, las preguntas de unos y otros… ahora apenas hay preguntas o comentarios…

hola….